Cuando hablamos de vino, en PatxiKoop no hablamos solo de sabor, cuerpo o cosecha. Hablamos de historia, de trabajo bien hecho, de respeto a la tierra y de personas que creen en lo que hacen. Por eso, cuando elegimos con quién trabajar, buscamos más que proveedores. Buscamos aliados. Y en Bodegas Valdelana encontramos justo eso: una familia que hace del vino una forma de vida.
Porque sí, Valdelana es vino. Pero también es ciencia, memoria y futuro.
La fuerza de la palabra familia
En Elciego, en pleno corazón de Rioja Alavesa, hay una bodega donde la palabra "familia" no es una etiqueta más. Es el origen de todo. Isidoro Valdelana, el abuelo, es la raíz de la historia que te contamos hoy. La voz sabia, la figura que transmite el amor por la viña, la paciencia del campo y el respeto por la tradición. ¿Quieres conocerle? Acércate a la calle Puente Barrihuelo, 67-69, en Elciego. Seguro que te lo encuentras sentado en la puerta principal.
Su hijo, Juan Jesús, y su nieto, Juan. Padre e hijo recogen ese testigo con pasión, pero también con una mirada puesta en el futuro. Son quienes investigan, prueban, afinan cada detalle del vino que producen. Y mientras tanto, Judit, nieta también de Isidoro e hija de Juan Jesús, se encarga de poner en valor todo ese trabajo: a nivel local, pero también fuera, muy lejos de Elciego. Porque cuando las cosas se hacen bien, merecen ser contadas.
50.000 m² dedicados a investigar
Podrían haberse conformado con hacer buen vino. Pero Bodegas Valdelana ha querido ir más allá: entender por qué una cosecha cambia, cómo prevenir enfermedades en las cepas, cómo adelantarse al clima. Para eso tienen más de 50.000 metros cuadrados dedicados en exclusiva a la investigación vitivinícola.
Cinco campos de fútbol de tierra, estudio y paciencia. Porque si quieres que el vino sea bueno mañana, hoy tienes que cuidar cada hoja, cada raíz. Y eso también es filosofía PatxiKoop: hacer bien lo de hoy pensando en lo de mañana.
El vino, el diseño y los sentidos
Hay algo que nos fascina de Valdelana: nada es casual. Las botellas no solo contienen vino, también cuentan historias. Ellos mismos diseñan sus etiquetas, que van mucho más allá de lo estético. Hay etiquetas en braille, para que el vino sea también para quienes lo leen con las manos. Hay otras con aromas, que te llevan directamente a una provincia de Euskadi. Cada etiqueta nace del vino que contiene, como si la botella tuviera también voz y memoria.
Ese nivel de detalle, de cuidado, de sensibilidad… solo lo puede hacer alguien que cree de verdad en lo que hace. Nosotros defendemos un modelo basado en el trabajo bien hecho, en las buenas personas y en el respeto por el proceso. Y por eso, cuando encontramos proyectos como Bodegas Valdelana, sabemos que estamos en el camino correcto. Porque compartimos algo más que producto: compartimos una forma de mirar el mundo, desde la colaboración, la excelencia, y sí, también desde el concepto de familia.